lunes, 11 de marzo de 2013

¿Por qué no arden las calles? (2º parte)





           Me da mucha rabia cuando la gente se piensa que las cosas son sencillas y cualquiera las puede hacer. Cuando son los primero en criticar pero los últimos en echar una mano. Me produce arcadas cuando veo facebuccionarios que no pisan la calle más que para ir de bares o ver un partido de fútbol. ¡Seis millones de parados y nadie sale a la calle! ¿Me lo dice una persona que a la última concentración masiva que acudió fue la final de la copa del rey? Una de dos o nos hemos vuelto gilipollas o siempre lo hemos sido. Cuanto más tiempo pasa más me decanto  por lo segundo que por lo primero. Por ello voy a tratar de explicar, tal y como yo lo veo, por qué aún la gente no está saliendo a las calles a protestar enérgicamente

            Hoy trataré de abordar por encima la problemática de los medios de comunicación y la desaparición de la izquierda mediática. 


Mass media: ese aborregamiento masivo


                Es difícil tratar este tema sin incidir en conceptos de hegemonía que el gran Antonio Gramsci desarrolló. Intentaré tratarlo algún día de forma resumida y light ya que es un autor denso y difícil pero imprescindible para entender muchos procesos que hoy vivimos. Para entender como los medios de comunicación son capaces de dominar las corrientes de pensamiento de un país no tenemos más que observar en que se han convertido los noticiarios de los medios de comunicación tradicionales. Cómo la sección deportiva tiene más minutos que todas las demás secciones juntas o cómo cada vez que llueve, nieva, hace frio, calor, hay niebla, marejada, viento, llega la primavera, el verano, el invierno o el otoño se convierten de pronto en portada de todos los diarios y en las televisiones copan todos los minutos. Significativo es también que el diario más consumido es Marca, el contenido televisivo multitudinario es el deporte y los reality show y que los programas subversivos cierran por presiones políticas (como ocurrió con caiga quien caiga) o se les vaya marginando progresivamente en la parrilla televisiva hasta su desaparición o modificación (el caso de 59 segundos)

Antonio Gramsci


                En el caso de España (sobre los mass media en general hablaré en el post sobre hegemonía) es sintomático como el fin del monopolio televisivo atontó a la audiencia hasta límites extremos. Era por todos conocido “el parte” y quien controlaba esos contenidos precedidos por el No-Do. Con la llegada de la “democracia” el hecho de que se mantuvieran los dos únicos canales en manos del gobierno hacía que mucha gente siguiera desconfiando de las informaciones allí vertidas y acudiera a “medios alternativos”. De este modo la radio era uno de los medios de comunicación más populares y las radios “pirata” algo muy habitual. Al fin y al cabo es muy fácil montar una radio y emitir desde cualquier casa. Con la llegada de Telecinco, Antena 3 y Canal Plus las “sospechas” del control informativo desaparecieron y las “mamachichos”, “carrascales” y “guiñoles” fueron progresivamente colándose en nuestras casas y mentes para contarnos lo que ocurría en el mundo sin que pusiéramos el filtro de la duda o la sospecha de ser informaciones interesadas.

                Consecuencia directa de ello fue una disminución espectacular de audiencia radiofónica y, con ella, un desplazamiento ideológico hacia la derecha (con recursos económicos) de los contenidos informativos consumidos y una incapacidad por parte de colectivos alternativos (sin recursos) para trasladar sus mensajes y visiones. Sintomático es por tanto que ningún movimiento altersistema, insurgente o simplemente que cuestione el estatus quo ha sobrevivido a la década de los 90. A excepción del terrorismo (que en este período  -sobre todo tras la ejecución de Miguel Ángel Blanco- fue herido de muerte) el único movimiento que se mantuvo fue el insumiso aunque muy debilitado desde que en 1996 el PP declarase que el ejército se profesionalizaría en 2003. Ningún movimiento de desobediencia civil ha sido capaz de mantener el pulso al estado. Tampoco ninguna corriente ideológica hasta el periodo actual ha podido cuestionar el bipartidismo establecido ni los poderes del estado. De este modo apenas hubo contestación ante la entrada en europa, el tratado de Maastrich, la guerra del Golfo… etc. Tímidamente se puede observar en este periodo algo de contestación ciudadana real ante problemas puntuales como la guerra de Irak o el desastre del Prestidge pero, siendo honestos, no fueron más allá del griterío callejero. No hubo vertebración política ni consolidación en movimiento y rápidamente fue asimilado por el PSOE con intenciones electoralistas.

                Los atentados del 11 Marzo de 2001 en Madrid y el bochornoso espectáculo que dio el gobierno suponen un antes y un después en estas dinámicas de contestación social. Por primera vez las redes sociales sirven como soporte para contestar al partido en el poder y generan la suficiente movilización para castigar, en este caso, al PP. Sin embargo, y aunque existen multitud de intentos (movimiento anti ley SINDE, anti Bolonia, contra la SGAE… etc.) habrá que esperar hasta el surgimiento del 15M para que internet y las nuevas redes sociales puenteen, solo parcialmente, ese secuestro informativo de los poderes fácticos.

Desaparición mediática de la izquierda

Ludoico Silva

                Uno de los pilares fundamentales de la izquierda es su carácter educativo-formativo-divulgativo, sin embargo, si algo le gusta a los grupos de izquierdas es ser mas Marxistas que Marx, más papistas que el Papa y creer que el hecho de tener razón es suficiente para conseguir la victoria política… un puto sin sentido. Decía Ludovico Silva que si los loros fuesen marxistas serían los mejores marxistas ortodoxos y algo así le pasó a la izquierda de española. Después de que el partido comunista casi se prostituyese para ser legalizado en la transición, se vivió una suerte de ortodoxia reflejada no solo en la dialéctica sino también en las formas. Se prefirió no acudir a lugares hostiles como los emergentes mass media, se rechazaban entrevistas en programas considerados poco serios (pero con mucha audiencia) y se insistía una y otra vez obviar la perdida hegemónica. Consecuencia directa de ello se podía ver en la insistencia en repetir que el PSOE no era de izquierdas (no lo es, pero es que la gente no sabe lo que es la izquierda -> pérdida de la lucha hegemónica), mantener la dialéctica de la lucha de clases cuando el movimiento obrero era un cadáver más bien frio y en proceso de putrefacción, la insistencia en el sindicalismo clásico o estatal en un entorno donde la deslocalización productiva era la norma y la no incorporación del feminismo y la ecología como eje fundamental para relegarlo a breve apunte de acompañamiento.
                Salvo la aparición (fundamental) de Julio Anguita en IU los líderes de la izquierda española no sabían por donde les daba el aire. Ni la izquierda vasca, más preocupada en cuestiones de emancipación y conflicto armado que en izquierda, ni la izquierda catalana siempre a la sombra de la burguesía de la provincia y con un discurso muy tenue han sido capaces de cambiar las dinámicas políticas a pie de calle. Cierto es que la izquierda abertzale siempre ha mantenido una fuerte presencia en los colectivos sociales y movimientos a pie de calle, sin embargo, esta presencia supone más una dinámica de dominación que de empoderamiento, donde el servilismo filial es la norma. Así con todo, solo se salva una Andalucía desindustrializada y fundamentalmente agraria donde el entorno laboral sí supone un reflejo social de las dinámicas económicas y por tanto de la lucha de clases. A pesar de ello, las políticas de subvencionismo impulsada inicialmente por el PSOE y mantenida después por el PP y la EU han servido para adormecer a la población evitando así un resurgimiento de la izquierda (ver 1ºparte de este post, “Un anestésico llamado crédito”)

                Todo esto se ve reflejado en el pulso mediático. Hasta la aparición del Diario Público y de la cadena televisiva La Sexta, no ha existido en España ningún medio de masas donde la izquierda tuviese cabida a nivel estatal. En el caso concreto de Euskal Herria es de agradecer que existieran diarios como Egin, Egunkaria, Gara o Berria y que compitiesen de igual a igual con diarios estatales. Por el lado contrario, y exceptuando aquellos medios “camuflados de no ideológicos”, si que han irrumpido varios diarios en torno a la derecha y la extrema derecha. Casos como La Razón, La Gaceta, ABC, Libertad Digital, Intereconomía… son un fiel reflejo de la importancia que tiene poseer un vehículo ideológico donde hacer política. A fin de cuentas un medio informativo traduce y transmite la realidad tanto política como social a la ciudadanía constituyéndose de este modo como un generador de opinión en lugar de una fuente de información.

                Resumiendo un poco, al ser la derecha (o los medios afines al estatus quo) la principal fuente de información-opinión de la gente, la desaparición de medios que disputen mediáticamente esa dominación más la inoperancia de la izquierda política y su decisión de no participación en los medios (hasta hace cuatro días) hace muy difícil el espíritu crítico ciudadano: la fuente de toda insurrección.

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